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CAEIRO: EL DESCUBRIDOR DE LA NATURALEZA

by Hermes Luaces

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Daniel Gomez Correa
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Daniel Gomez Correa Tan simple y tan cautivador al mismo tiempo. Un disco maravilloso, partiendo de las raices y llegando hasta el alma. Gran trabajo, Hermes. Un abrazo, amigo.
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    Incluye libreto con todos los textos de Alberto Caeiro y el guión de la obra de teatro musical "Caeiro, el descubridor de la Naturaleza" escrita por Hermes Luaces basada en textos de Caeiro y de otros heterónimos de Fernando Pessoa.
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1.
Soy un guardador de rebaños. El rebaño es mis pensamientos y mis pensamientos son todos sensaciones. Pienso con los ojos y con los oídos y con las manos y los pies y con la nariz y la boca. Pensar una flor es verla y olerla y comer un fruto es saber su sentido. Por eso cuando en un día de calor me siento triste por gozarlo tanto, me tumbo a lo largo en la hierba, y cierro los ojos calientes, siento todo mi cuerpo tumbado en la realidad, sé la verdad y soy feliz.
2.
LA ASOMBROSA realidad de las cosas es mi descubrimiento de cada día. Cada cosa es lo que es, y es difícil explicarle a alguien cuánto me alegra esto, y cuánto me basta. Basta existir para sentirse completo.
3.
Las pompas de jabón que este niño se entretiene en soltar de una pajita son translúcidamente toda una filosofía. Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza, amigas de los ojos como las cosas, son lo que son con una precisión redondita y aérea, y nadie, ni siquiera el niño que las suelta, pretende que sean más que lo que parecen ser. Algunas apenas se ven en el aire lúcido. Son como la brisa que pasa y apenas toca las flores y que sólo sabemos que pasa porque algo se aligera en nosotros y lo acepta todo más nítidamente.
4.
Bendito sea el mismo sol de otras tierras que hace hermanos míos a todos los hombres porque todos los hombres, un momento en el día, lo miran como yo, y en ese puro momento todo limpio y sensible regresan imperfectamente y con un suspiro que apenas sienten al Hombre verdadero y primitivo que veía al sol nacer y aún no lo adoraba.
5.
La ventana 01:48
NO BASTA abrir la ventana para ver los campos y el río. No es suficiente no ser ciego para ver los árboles y las flores. También es necesario no tener ninguna filosofía. Con filosofía no hay árboles: sólo hay ideas. Hay sólo cada uno de nosotros, como un sótano. Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo afuera; y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese, que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
6.
Si pudiera morder la tierra entera y sentir su sabor, y si la tierra fuera algo para morder sería más feliz un instante... Pero no siempre quiero ser feliz. Hace falta ser infeliz de vez en cuando para poder ser natural... No todo es días de sol, y la lluvia, cuando escasea, se pide. Por eso tomo la infelicidad y la felicidad con naturalidad, como quien no se extraña de que haya montañas y llanuras y de que haya rocas y hierba... Lo que sí hace falta es ser natural y calmo en la felicidad o en la infelicidad, sentir como quien mira, pensar como quien anda, y cuando se va a morir, acordarse de que el día muere, y que el poniente es hermoso y es hermosa la noche que queda... Y que si así es, es porque es así.
7.
Va alta en el cielo la luna de la primavera. pienso en ti y dentro de mí estoy completo. Corre por los vagos campos hasta mí una ligera brisa. pienso en ti, murmuro tu nombre y no soy yo: soy feliz. Mañana vendrás, andarás conmigo cogiendo flores por el campo, Y yo andaré contigo por los campos viéndote coger las flores. Ya te veo mañana cogiendo flores conmigo por los campos, pero cuando llegue mañana y andes conmigo realmente cogiendo flores, eso será una alegría y una novedad para mí. ------------- Ya no sé andar solo por los caminos, porque ya no puedo andar solo. Un pensamiento visible me hace andar más deprisa y ver menos, al tiempo que me agrada ir viéndolo todo, incluso su ausencia es algo que está conmigo. Me gusta tanto que no sé cómo desearla. Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los árboles altos. Pero si la veo tiemblo, no sé que se hizo de lo que siento en su ausencia. Todo yo soy una fuerza que me abandona. Toda la realidad me mira como un girasol con su rostro en medio.  
8.
De este modo o de aquel modo, según se tercie o no se tercie, pudiendo a veces decir lo que pienso, y otras veces diciéndolo mal y entremezclado, voy escribiendo mis versos sin querer, como si escribir no fuera una cosa hecha de gestos, como si escribir fuera una cosa que me ocurriera como darme el sol. Procuro decir lo que siento sin pensar en que lo siento. Procuro arrimar las palabras a la idea y no necesitar un pasillo del pensamiento a las palabras. No siempre consigo sentir lo que sé que debo sentir. Mi pensamiento sólo muy despacio cruza el río a nado porque le pesa el traje que los hombres le hicieron usar. Procuro desnudarme de lo que aprendí, procuro olvidarme del modo de recordar que me enseñaron, y raspar la tinta con que me pintaron los sentidos, desencajonar mis emociones, desenredarme y ser yo, no Alberto Caeiro, sino un animal humano que la Naturaleza produjo. Y así escribo, queriendo sentir la Naturaleza, ni siquiera como un hombre, sino como quien siente la Naturaleza, y nada más. Y así escribo, ora bien, ora mal, ora acertando con lo que quiero decir, ora errando, cayendo aquí, levantándome allá, pero yendo siempre por mi camino como un ciego tozudo. Aún así, soy alguien. Soy el Descubridor de la Naturaleza. Soy el Argonauta de las emociones verdaderas. Traigo al Universo un nuevo Universo porque traigo al Universo el Universo mismo. Esto siento y esto escribo perfectamente sabedor y sin que no vea que son las cinco de la mañana y aunque el sol aún no haya mostrado aún la cabeza por encima del muro del horizonte, ya se le ven las puntas de los dedos sobre lo alto del muro del horizonte lleno de montes bajos.
9.
CUANDO vuelva a venir la primavera quizás ya no me encuentre en el mundo. Me gustaría poder creer ahora que la primavera es alguien para poder suponer que lloraría, al ver que había perdido a su único amigo. Pero la primavera ni siquiera es una cosa: es una manera de decir. Ni siquiera las flores vuelven, o las hojas verdes. Hay nuevas flores, nuevas hojas verdes, otros días suaves. Nada vuelve, nada se repite, porque todo es real.
10.
Leve 01:49
Leve, leve, muy leve, un viento muy leve que pasa, y se va.

about

Fernando Pessoa fue un poeta al que no le bastó una sola voz para expresarse y necesitó crear decenas para poder decir todo lo que tenía dentro. De todas estas voces la más singular, la que él mismo consideró la de su propio Maestro, fue la de Alberto Caeiro. Caeiro es la quintaesencia del paganismo, el único poeta que realmente supo ver la Naturaleza tal como es. Nadie sale indemne de una lectura de su poesía. Caeiro, desde su aparente simplicidad, es capaz de arrancar todos los velos que llevamos sobre los ojos.
Mi relación con su poesía nació hace ya tanto tiempo que no puedo recordarlo exactamente. Si he tardado tanto en cantar estos poemas es porque siempre pensé que era imposible. Descubrir que era capaz de cantarlos ha sido una de las grandes alegrías de mi vida de compositor. Escribir estas canciones me ha revelado además aspectos de la poesía de Caeiro que hasta ahora permanecían inconscientes para mí, en especial un tipo de emoción alejada de cualquier sentimentalismo pero de una intensidad sobrecogedora. Una emoción muy difícil de definir pero totalmente inmediata y universal. Quizá porque nos traslada a ese momento de la humanidad en el que el hombre "veía al sol nacer y aún no lo adoraba".

credits

released September 18, 2016

Voz: Ana López Orejas
Composición y Piano: Hermes Luaces
Textos: Fernando Pessoa (Alberto Caeiro)

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Hermes Luaces Madrid, Spain

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